what are spiritual exercises

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¿Qué son los Ejercicios Espirituales?

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“Los Ejercicios son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos” (San Ignacio, Monumenta Ignatiana, v.1, p.113).

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones -ejercicios- que surgen de la profunda experiencia espiritual que el santo vive a partir de su conversión; su objetivo es ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida.

Los Ejercicios se remontan al Cuaderno de notas en el que Ignacio describe sus experiencias espirituales durante su visita a la cuidad de Manresa, donde -como lo escribe en su Autobiografía- “le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole” (Autobiografía 27).

El gran jesuita que fue el P. Castellani lo describe así:

“Este cuaderno contiene las experiencias ascéticas de un soldado del Renacimiento, y su elaboración por él mismo, de un método y un training (entrenamiento) aplicable a todos. ¿Se ha reflexionado lo suficiente sobre la enorme paradoja que tal hecho involucra? El hecho es éste: una experiencia religiosa concreta, una conversión ha sido como desindividualizada y arquetipada, sin convertirse por eso ni en un rígido esqueleto ni en un fantasma abstracto.

Pienso que si los E.E. no existieran, parecerían imposibles. Si antes de San Ignacio hubiéramos presentado el proyecto a los teólogos y a los filósofos, se hubieran reído, o tal vez enojado –según el humor. Algunos los hubieran declarado imposibles: utópicos. Otros, los hubiesen tenido por heréticos: pelagianos. O se hubieran escandalizado ante la sola idea de una ‘máquina de convertir’, tal como el buen hermano Pedroche en su protesta a la Inquisición de Toledo” (La Catharsis en los Ejercicios Espirituales, p. 15.)

Además, no es el libro de los Ejercicios -aunque suene extraño a primera vista- “un libro para leer“, sino un libro “para hacer los Ejercicios”, y muy difícilmente se le pueda entender y aprovechar si no se cuenta con la guía de alguien que los conozca y los haya experimentado.

La experiencia completa de los Ejercicios Espirituales Ignacianos, llamados “típicos” dura aproximadamente 30 días, los cuales se hacen en silencio y bajo la guía de un “predicador”, a quien San Ignacio llama “el que da los ejercicios”, haciendo notar que no se trata de predicar algo “nuevo”, sino de explicar los Ejercicios. Decía Pablo VI a este respecto:

“De los variados laudables métodos para conducir retiros de laicos, el método basado en las Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola es, desde su aprobación por el Papa Paulo III en 1548, el mas ampliamente usado. Sin embargo, los directores de retiros, nunca deben dejar de profundizar en su comprensión de las riquezas doctrinales y espirituales del texto ignaciano.

(…) Seria un error diluir los Ejercicios del retiro con innovaciones que (…) reducirían la eficacia de un retiro cerrado. Estas actividades, como dinámicas de grupo, discusiones religiosas y seminarios sobre sociología religiosa, tienen su lugar en la Iglesia, pero ese lugar no esta en un retiro cerrado, en el cual el alma, a solas con Dios, generosamente se abre al encuentro con El y es maravillosamente fortalecida e iluminada’ (Carta al Card. Cushing)

«De este modo, venerables hermanos, si por todas partes y por todas las clases de la sociedad cristiana se difundieren y diligentemente se practicaren los Ejercicios espirituales, seguirá una regeneración espiritual; se fomentará la piedad, se robustecerán las energías religiosas, se extenderá el fructífero ministerio apostólico y, finalmente, reinará la paz en los individuos y en la sociedad.» (Pío XI, Mens Nostra)

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El rimo frenético de la vida moderna crea personas llenas de cosas y actividades pero profundamente insatisfechas. Las múltiples actividades ocasionan una dispersión en la persona, dejándola confundida y débil, un sujeto así es incapaz de enfrentar las contrariedades de vida porque esta no está ordenada a su último fin.

Ahí está la clave de los Ejercicios: ordenar y enfocar la vida a lo importante, dejando lo efímero y pasajero de lado.

Este método ha probado su eficacia durante cinco siglos y es ahora cuando su ayuda se hace más urgente e indispensable dado el ritmo voraz al que nos somete la vida moderna, empeñada en hacer de nosotros un mero instrumento de producción y consumo.

«Espero que (…) sacerdotes, religiosos y laicos continúen siendo fieles a esta experiencia y le den incremento: hago esta invitación a todos lo que buscan sinceramente la verdad. La escuela de los Ejercicios Espirituales sea siempre un remedio eficaz para el mal del hombre moderno arrastrado por el torbellino de las vicisitudes humanas a vivir fuera de sí, excesivamente absorbido por las cosas exteriores; sea fragua de hombres nuevos, de cristianos auténticos, de apóstoles comprometidos. Es el deseo que confío a la intercesión de la Virgen, la contemplativa por excelencia, la maestra sabia de los Ejercicios Espirituales.» (San Juan Pablo II – Ángelus 16/12/79)

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¿Y por qué por Internet?

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El mismo San Ignacio en la nota 19 del libro de los Ejercicios ofrece varias adaptaciones, que ya se realizaban en vida del Santo, de aquí que se puedan hacer versiones reducidas de 10, 8, 5 o hasta 3 días.

Sin dejar de afirmar que lo óptimo es hacer los Ejercicios Espirituales en retiro y en silencio, estamos convencidos de que hacemos bien en adaptarlos al mundo moderno y facilitarlos también por Internet para todas las personas que no pueden acceder a los mismos de otra manera. A casi 10 años de haber comenzado con esta página, y contando con casi 50 mil registrados de 65 países y con cientos de testimonios hermosísimos, podemos, gracias a Dios, corroborar con los hechos, que vamos por buen camino.

Y no podría ser de otra manera, contando con el apoyo y estímulo del Vicario de Cristo en la tierra, quien nos enseña a adentrarnos en nuevas formas de evangelización:

“La historia de la evangelización no es sólo una cuestión de expansión geográfica, ya que la Iglesia también ha tenido que cruzar muchos umbrales culturales, cada uno de los cuales requiere nuevas energías e imaginación para proclamar el único Evangelio de Jesucristo. La era de los grandes descubrimientos, el Renacimiento y la invención de la imprenta, la Revolución industrial y el nacimiento del mundo moderno: estos fueron también momentos críticos, que exigieron nuevas formas de evangelización. Ahora, con la revolución de las comunicaciones y la información en plena transformación, la Iglesia se encuentra indudablemente ante otro camino decisivo”. (San Juan Pablo II, 24/01/02)

Camino decisivo que debemos aventurarnos a transitar:

“Como en las nuevas fronteras de otros tiempos, ésta [el ciberespacio] entraña también peligros y promesas, con el mismo sentido de aventura que caracterizó otros grandes períodos de cambio. Para la Iglesia, el nuevo mundo del ciberespacio es una llamada a la gran aventura de usar su potencial para proclamar el mensaje evangélico. Este desafío está en el centro de lo que significa, al comienzo del milenio, seguir el mandato del Señor de «remar mar adentro»: «Duc in altum» (Lc 5, 4). (San Juan Pablo II, 24/01/02)

San Ignacio era, como todo santo, muy devoto de “Nuestra Señora”, como gustaba llamar él a la Santísima Virgen María:

“De aquellos primeros principios de Loyola y Montserrat creció tanto en Ignacio el amor y devoción a la Virgen María, que, de su parte, ninguna cosa intentaba y emprendía, grande o menor, que no fuese debajo de su amparo; ninguna cosa pedía al Señor que no fuese por medio de su intercesión de su Madre y Señora, Abogada y Medianera”[1].

Teniendo la gracia como Familia Religiosa de contar con un cuarto voto de esclavitud Mariana, también nosotros queremos poner bajo su manto y protección todo lo que somos, tenemos y hacemos. Es por eso que en manos de Nuestra Madre del cielo, llamada por Juan Pablo II “Maestra sabia de los Ejercicios Espirituales”, ponemos también esta página web y, especialmente, cada una de las personas que la visiten, transformándose así, dentro del “sexto continente”, en nuevas “almas encomendadas a nuestra oración y apostolado”, por las cuales rezamos a diario y de continuo.

[1] Roberto Cayuela, S. J., San Ignacio de Loyola, modelo y maestro de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, Revista Roma N° 52 – Mayo de 1978.

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